
Valparaíso, un día en sus calles
Valparaíso, en el centro de Chile, es la ciudad costera más grande e importante del país. No deja de ser una ciudad, pero tiene un encanto especial. Mi paso por este lugar fue efímero. No tengo mucho tiempo para visitar todo el país, así que las visitas se están reduciendo bastante. Sin embargo, en un día se puede sentir la magia y apreciar la belleza de Valparaíso.
Qué ver en Valparaíso
Hay una infinidad de actividades por hacer en la ciudad. Desde visitar la casa museo de Pablo Neruda, o pasear por los coloridos cerros, hasta disfrutar de los leones y lobos marinos en la pura orilla de la playa. Para gustos los colores. Y de colores precisamente es el barrio más bonito de Valparaíso. Les hablo del Museo a Cielo Abierto. Una iniciativa pionera que convirtió las faldas del cerro Bellavista en toda una obra de arte callejera. Pues los muros y fachadas de los edificios están llenos de vida gracias a las innumerables obras de arte, dibujos, pinturas, etc. Sin duda, la zona con más magia de la ciudad.
La idea de convertir la urbe en arte se remonta a 1969. Los alumnos del Instituto de Arte de la Universidad comenzaron a plasmar sus mejores obras en muros de contención del cerro Bellavista. Desde entonces, numerosos artistas se unieron a este maravilloso movimiento. Y ahora no solo el cerro Bellavista está lleno de color, sino que varias fachadas del resto de la ciudad también están llenas de vida.
Entre los cerros más visitados, a parte del ya mencionado, se encuentran también los cerros Alegre y Concepción. Lugares cuyas vistas a la ciudad son preciosas. Se completa el día paseando por sus calles y plazas, y disfrutando del paseo marítimo. Si te diriges rumbo al norte por la costa, como si fueras hacia Viña del Mar, llegas a un mercado local donde el pescado y marisco son los protagonistas de los diferentes puestos de venta. Al pie se encuentra la playa Caleta Portales.
Cuando iba caminando por la orilla pude disfrutar del privilegio de ver a leones y lobos marinos a menos de un metro de mí. Un gran grupo de ellos se encontraba jugueteando con unos perros en la orilla. Éstos últimos les ladraban con el rabo en constante movimiento y los lobos y leones respondían con una especie de «bufido». Una escena bastante curiosa y divertida. Todo ello mientras unos gigantes pelícanos, junto a numerosas gaviotas, sobrevolaban el muelle en el que me encontraba. Disfruté como una enana del día, del paseo, de los colores, de los animales, de la vida.