La aventura de adentrarse en Nicaragua
Después de llevar dos meses y medio en Costa Rica, el visado de turista estaba próximo a expirar. Fue entonces cuando decidí cruzar por Nicaragua la frontera. Ya que estaba, me parecía buena idea conocer dicho país centroamericano, su cultura, y a sus gentes. ¿Qué me depararía la aventura en esta ocasión? ¿Me gustaría más o menos que Costa Rica? Después de un mes y una semana, les iré contando mis experiencias en Nicaragua, los lugares que visité, y las características generales del país que hace frontera con Costa Rica.
El viaje desde San José hasta León
En esta primera entrega de la serie de relatos nicaragüenses, les voy a contar cómo fue el viaje que realicé con Ana desde la capital costarricense de San José, hasta la ciudad nicaragüense norteña de León. La guagua partió de la terminal de grupo caribeños a las 3.15 a.m. con la compañía Deldu. El destino de conexión para llegar a Nicaragua es el pueblo fronterizo de Peñas Blancas.
El trayecto dura unas 6 horas si no hay tráfico (presas como lo llaman en Costa Rica), y si no hace muchas paradas en el camino. Los asientos no son los más cómodos del mundo. Aunque si llego a saber cómo serían las guaguas nicaragüenses, jamás hubiera pensado que no eran cómodos.
Llegamos a la frontera, a eso de las 9.30 a.m. Estaba todo lleno de gente. Era todo muy confuso. Enseguida los hombres y mujeres con billetes empiezan a agobiarte diciéndote si quieres cambiar dinero a córdobas o dólares. «No gracias», fueron las palabras que más repetí esa mañana. Pasamos todos los trámites fronterizos. Con el pasaporte sellado, ya estábamos en Nicaragua.
Transporte público en Nicaragua
Había leído que Nicaragua es muy barato. Pero no me imaginaba que fuera tanto. De igual modo, si te ven turista, te intentan sacar los pesos cómo sea. Aunque, a veces daba risa, pues lo que te intentaban cobrar de más no superaba los 10 o 20 céntimos de euro.
Las guaguas locales (autobuses) se llaman Chicken Bus. Se trata de antiguas guaguas estadounidenses que quedaron en desuso, y que los nicas (como se les llama comúnmente a los nicaragüenses) llenan a más no poder de personas y bultos.
Nada más cruzar la frontera, los nicas intentan captarte para que te subas en sus guaguas. «Managua, Managua, Managua». Con voz grave, y gritando a pleno pulmón, te van metiendo a presión en el vehículo. Sin apenas darte opción a preguntar lo que quieres saber.
Si tienes suerte, podrás tomar asiento en la guagua. Eso sí, prepárate para estar en total contacto con la persona que esté a tu lado. Otra particularidad, es que, hasta que no estén totalmente llenas las guaguas de gente (sentada y de pie), ésta no arranca. Por si fuera poco, numerosos vendedores ambulantes entran en las mismas con diversos artículos comestibles y bebidas para vender. La verdad que es un poco agobiante, sobre todo cuando no estás acostumbrada a eso.
La odisea
La guagua estaba lista. Arrancó. Pasó un muchacho para cobrar el precio (120 córdobas desde la frontera hasta Managua, unos 4 dólares). Todo iba bien hasta que, de repente, la guagua se paró. El chofer bajó, abrió el capó, apretó unas tuercas, y seguimos. Pero, metros más adelante, la guagua se detuvo en seco. Ya no había arreglo. ¿Y ahora?
Comenzó la movilización. Como si de un fuego que se tendría que apagar la gente salió despavorida de la guagua. No entendí el porqué, hasta que vi otra guagua de menor tamaño parada delante de la que se había averiado. Y, como alma que lleva el diablo, todo el mundo corrió a coger sitio. Ya se pueden imaginar cómo íbamos de apretados, si se trataba de una guagua de menor tamaño que la anterior, que ya venía a reventar de gente.
La gente saltaba encima de las mochilas, maletas, cajas, y demás bultos. Para nuestra sorpresa, y debido a las prisas y a la falta de información, nos enteramos que esa guagua no nos dejaría en la terminal donde debíamos tomar otra guagua hasta León, nuestro destino final.
De repente, la puerta trasera se abrió. Empezó a salir gente, y varios taxistas empezaron a captar a viajeros. Nos dijeron que era mejor que fuéramos en taxi hasta la terminal de la UCA o de Israel, que era desde donde salen las guaguas a León. Un taxista ofreció llevarnos por 60 córdobas (1,65 euros).
Los taxistas y sus estafas
Como ya les había adelantado, siempre que te ven turista, te intentan cobrar de más. En este caso, aunque ya habíamos acordado el precio del trayecto (60 córdobas es bastante para ser Nicaragua), escuché como le decía por lo bajo a otro muchacho que iba en el mismo taxi que dijera que nos cobraba 100 córdobas.
En ese momento no dije nada. Cuando llegamos a la terminal de Uca, nos dijo que eran 100 pesos. Nos negamos en rotundo, y le dije que le había escuchado decírselo al otro muchacho. Alegó que los 40 pesos de más eran por el equipaje. Evidentemente le di directamente los 60 pesos y listo, no le iba a pagar de más.
En la terminal de Uca salen las guaguas hacia León, pero también hacia Granada, Masaya y Rivas. Pero no se crean que es una terminal edificado. Se trata de una calle de tierra, a medio asfaltar, con guaguas por los lados, mucha gente intentando que te vayas en su transporte, y varios puestos de comida de dudosa salud pública.
Agarramos la micro guagua para llegar hasta León. El precio es de 61 córdobas. Sale cada 15 minutos, y el trayecto dura una hora y media, dos horas si hay tráfico. Por fin llegamos a León. Siguiente parada: Casa Abierta. Un hostel ecológico de comida vegetariana donde haríamos un voluntariado de dos semanas.