
Esferas de piedra de Costa Rica
Para quién no me conozca personalmente, soy una persona a la que le gusta ir más allá en todas las cuestiones que envuelven la vida de este planeta. Suelo preguntarme mucho el por qué, el dónde, o el desde cuándo, por ejemplo. Antes de viajar a Costa Rica leí sobre algo que me resultó insólito y bastante curioso. Pues aún no se ha determinado la causa exacta de este fenómeno. Hablo de las esferas de piedra encontradas en el país centroamericano.
Se trata de unas esferas de piedra de alto tonelaje, diferentes tamaños, y perfectamente pulidas, encontradas en la zona sur del país. Fue la compañía bananera la que en sus excavaciones para cultivar plátano y banano en dichas tierras encontró estas espectaculares esferas que presentan una simetría perfecta. Pero vayamos por partes.
¿Qué son exactamente las esferas de piedra?
Se trata de un conjunto de petroesferas precolombinas encontradas en el Delta de Diquís (en la confluencia del río Sierpe y del río Grande de Terraba), en la Península de Osa, y en la Isla del Caño. La ubicación también suscita preguntas. Que se hayasen en territorio ancestral nativo, y en una isla situada a unos 17 kilómetros de la costa que se encontraba deshabitada le da un valor añadido al misterio. La Unesco las declaró Patrimonio de la Humanidad en el año 2014.
Se consideran únicas en el mundo por varios factores. Primero, por su posición. De la que se piensa después de numerosos estudios, que están alineadas con las costelaciones y con otros grandes monumentos encontrados en otras partes del mundo. Como por ejemplo, con los monolitos de la Isla de Pascua. Segundo, por su número, tamaño y peso. Son cientos de ellas las que se han encontrado enterradas en su mayoría. Cabe destacar entonces que, tal vez, aún quede otro gran número de esferas de piedra sin descubrir.
El diámetro que tienen va desde los 7 centímetros hasta los 2,66 metros. Y su peso varía, pero se han encontrado algunas que alcanzan las 16 toneladas. Además, su acabado es perfecto. Fueron halladas oficialmente después de que la industria estadounidense bananera Unit Fruit Company comprase los terrenos para plantar bananos y plátanos en 1939. En las excavaciones para preparar el terreno para el cultivo fueron encontradas estas misteriosas piedras.
Museo de las esferas
Situado en la Finca 6, en la región de Sierpe se encuentra el Museo de las petroesferas precolombinas. Desde que llegué al país quise conocer los lugares en los que se habían encontrado este tesoro arqueológico. Me dispuse entonces a dirigirme a Finca 6. Fue apasionante y decepcionante a la vez. Tal vez porque soy una inconformista y siempre quiero ir más allá.
Hablando con el muchacho de la entrada me comentó que de todos los yacimientos encontrados, solo está abierto al público el del Museo. Pagué la entrada de 4 dólares para estudiantes. Vale, lo sé, ya hace tiempo que dejé de ser estudiante. Pero ahora soy mochilera y el presupuesto no es abundante. Así que usé mi antiguo carnet universitario para ahorrarme unos euros.
Al entrar hay una gran sala de exposición en la que se cuenta toda la historia y características de las esferas de piedras encontradas. Bastante completa. Lo apoyan varios vídeos de 8 minutos con declaraciones de antropólogos. Aunque me esperaba que se tratase con igualdad de rigor todas las teorías que existen en torno al significado de estas esferas de piedra.
La teoría que dan por válida en el museo es que fueron talladas por los nativos de la época. La razón fue jerarquizar las comunidades colocándolas delante de los hogares o aldeas como símbolo de bienvenida y status. Sin embargo, no existen datos fehacientes que avalen al 100% esta hipótesis. De hecho, hay muchas más hipótesis con mayor peso.
Las teorías sobre las esferas de piedra
Las esferas que se han encontrado en los diferentes lugares se agrupan en números de 14 o 15. Aunque se piensa que aún deben quedar más ejemplares enterrados o en algunas zonas del país inexploradas. Los antropólogos Ivar Zapp y George Erik sostienen que las petroesferas indican rutas marinas. Como instrumentos de navegación. También que se encuentran alineadas con lugares como el Estrecho de Gibraltar, las pirámides de Egipto, o la Isla de Pascua.
Erich Von Daniken propuso que una civilización exterior al planeta vino a la Tierra aportando sus tecnologías. Entonces las esferas de piedra pasaron a ser cuestión del espacio exterior. A él se sumó David Hatcher Childress, quien dice que para crearlas fueron necesarias herramientas de una civilización antigua que él llama Atlantis. Aunque no plantea un propósito para su creación, afirma que su forma totalmente esférica era imposible de realizar en la antigüedad sin algún tipo de conocimiento superior.
La investigadora Doris Zemurray Stone observó las esferas y averiguó que originalmente estaban acompañadas por grandes estatuas de piedra que representaban figuras animales y humanas. Hoy los astrofísicos que estudian los equinoccios, solsticios y los alineamientos de las esferas lamentan la pérdida de la posición exacta de ellas. Se perdió así la observación de las sombras reflejadas por el sol en su trayectoria. Y su posible utilidad como calendario astronómico. Además, Stone fue la primera en percatarse de que en la zona del Diquís no existen canteras del material utilizado en la fabricación de las esferas.
Durante años estuvo vigente la teoría de que en el interior de las esferas había tesoros y oro, por eso muchas de ellas fueron dinamitadas para capturar dicha riqueza. Asimismo, otras tantas fueron trasladadas de lugar por la peculiaridad de las mismas. Colocándolas en museos, instituciones públicas y en lugares privados. De ahí la gran pérdida histórica y antropológica. Por eso, también es difícil manejar una hipótesis válida.
En definitiva, se trata de un misterio sin resolver del todo. Me hubiera gustado poder visitar las esferas que se encuentran en medio de la montaña, las más grandes. Lamentablemente no es posible a no ser que visite las fincas privadas y hable con sus dueños. Para ello, tendré que volver en un futuro con un 4×4 y recorrer los lugares más recónditos. Además, la idea era visitar también a los nativos de Boruca, que en su terreno tienen alguna de estas piedrs. Sin embargo, el coche que había alquilado no era apto para el camino. Por suerte, pude pasar un día con los indígenas de Curré, una comunidad más accesible.