
Dos semanas en el Pura Vida Hostel
Generalmente, cada dos semanas Ana y yo realizamos un voluntariado en una localidad diferente. El voluntariado consiste en intercambiar unas horas de trabajo por alojamiento, y en algunos casos, por comida también. Normalmente se trabaja unas 20 o 25 horas semanales, distribuidas de tal manera que tengas tiempo de disfrutar del lugar y de sus gentes. Después de pasar dos semanas en el Mirador de Osa, seguimos la ruta hacia el norte de Costa Rica. Fue cuando llegamos a Manuel Antonio, en Quepos, al Pura Vida Hostel.
Habíamos pasado el día haciendo una ruta por los altos de Uvita y el Parque Nacional de Marino Ballena. Después de haber caminado 23 kilómetros, emprendimos el viaje hacia Manuel Antonio. La noche se tornaba oscura cuando llegamos y, después de todo el día, olía bastante mal, sinceramente. Cuando llegamos al Pura Vida Hostel, con la mochila a cuestas, una perra guardiana nos recibió ladrando, de alegría claro. Inquilinas nuevas pensaría. Chantale fue la encargada de acogernos a nuestra llegada. Nos presentó a su socio Daniel, y a otro voluntario que se encontraba en el área común, Cáhil.
Pura Vida Hostel
Nos invitaron a cenar, pero no podía hacerlo sin ducharme primero. Después de un buen baño, y ya oliendo bien, cenamos y charlamos con ellos. La historia de los socios es bastante curiosa. Chantale es una señora Canadiense que, tras visitar Costa Rica como mochilera, se enamoró perdidamente del lugar. Daniel es tico y se encontraba haciendo voluntariado en la Península de Nicoya, en Samara, cuando conoció a Chantale en el hostel donde estaba haciendo voluntariado.
Chantale le gustó tanto el país que buscó la forma de montar un pequeño negocio en Costa Rica. Fue cuando Daniel se enteró que había un hostel con un alquiler bastante barato en Manuel Antonio, a 5 minutos de Quepos. Chantale fue a verlo, y vio una buena oportunidad. Empezó a moverlo todo, pero estaba el problema del idioma, pues ella no habla español. Fue entonces cuando le propuso a Daniel que invirtiese con ella en el negocio y trabajase allí. Y así ambos se convirtieron en los regentes del Pura Vida Hostel desde septiembre de este año.
Experiencia en Pura Vida Hostel
Como les contaba, ambos nos hicieron sentir como en casa desde el principio. Además, también congeniamos muy bien con Cáhil, el otro chico que estaba haciendo voluntariado. Cuando Chantale y Daniel quisieron montar el negocio de hostel, eran conscientes de que había que trabajar mucho primero. El lugar llevaba abandonado cerca de un año. Conociendo la gran cantidad de biodiversidad que hay en Costa Rica, se podrán imaginar cómo estaría el sitio. Lleno de telarañas y bichos por todas partes.
¡Manos a la obra! Limpieza y pintura era lo fundamental para darle una nueva imagen al Pura Vida Hostel. Durante las dos semanas que estuvimos alojadas allí, les ayudamos a limpiar a fondo algunas de las habitaciones. Aún es temporada baja, pero Manuel Antonio es un lugar muy visitado, y gracias a la oferta que tenían, venían mochileros constantemente. Había que ir teniendo las habitaciones listas, y mantener limpios los baños.
Además, Ana y yo quisimos dejar nuestra huella de alguna manera. No podíamos pintar todo porque octubre es el mes más lluvioso, y la pintura tardaría mucho en secarse. Aún así, quisimos darle color a la pared de entrada del hostel, estaba techada, así que quisimos probar. Un cartel de bienvenida se convertiría en nuestra huella en el Pura Vida Hostel. La pared elegida estaba bastante húmeda, y con un color verde intenso que estaba muy comido por el tiempo. El primer paso, fue rasparlo todo.
Le aplicamos un sellador que tuvimos que dejar actuar bastante tiempo, fue el día que decidimos ir a la catarata conocida como El Salto. Al día siguiente, pintamos toda la pared de blanco, y diseñamos el dibujo. Finalmente, con paciencia, fuimos dibujando a lápiz sobre la pared, y posteriormente, coloreándolo con pintura. Para ser el primer mural que pintábamos, nos quedó bastante bien. Y la entrada adquirió un aspecto más llamativo y acogedor. Sin duda, dejar tu huella allá dónde vayas es una experiencia enriquecedora.
No todo fue trabajar
Colaboramos cada día con alguna actividad, ya fuera de limpieza, o limpiando el mural. Pero nos quedaba bastante tiempo para disfrutar del entorno y hacer otras actividades. Visitamos la playa de Manuel Antonio, donde disfrutamos degustando un buen coco. Pasamos un día en el Parque Nacional de Manuel Antonio, donde vimos muchos animales, y nos sorprendimos presenciando cómo los mapaches robaban los alimentos de las mochilas de los visitantes. Otro día fuimos a una playa más escondida, la playa de Bizans, una pequeña bahía con aguas calmadas.
También tuvimos el placer de visitar las cataratas de Portalón, gracias a un huesped tico que nos invitó a ir en su carro. Y, como no, pasamos horas jugando a jenga con los huespedes, y entre nosotros, y salimos alguna noche a Selina, un bar con música y piscina muy ambientado. Dos semanas muy completas, en la que tuvimos tiempo para todo, y pudimos conocer más a fondo el lugar, y a su gente. Además, todas las mañanas venían los monos titis a comer los bananos que Chantale les tenía preparados. Simplemente, la experiencia hace honor al nombre del hostel. Pura Vida.
Ahora, Ana y yo, estamos en un hotel rural en el lago Arenal, al norte del país. El hotel se abastece de energías renovables en un 80%, y tiene una fábrica de cerveza. Una experiencia totalmente nueva a las que hemos vivido en Costa Rica hasta el momento. Pero eso, ya se los contaré a su debido momento.