Autostop, ¿es seguro en Costa Rica?

Autostop, ¿es seguro en Costa Rica?

¿Es seguro hacer autostop en Costa Rica? Es una pregunta que toda mujer viajera se hace antes de levantar el dedo en medio de una carretera. Sí mami, sí papi, he hecho autostop. De hecho, llevo dos meses haciéndolo. Siento mucho que tengan que enterarse así. Se que el tema de esta entrada no les va a hacer ninguna gracia, como madre y padre preocupados que son. Estoy convencida de que cuando acaben de leer este post su percepción y pensamiento cambiará. Además, forma parte de la aventura y de la experiencia, a veces, de manera inevitable.

La respuesta a «¿es seguro hacer autostop en Costa Rica?» es . En esta entrada les voy a contar mi experiencia usando este medio de transporte alternativo. Algo que cualquier mochilero desea practicar en su viaje para aminorar gastos, ahorrar tiempo, y ayudarle a avanzar en el camino de descubrir nuevos lugares salvando las distancias.

Es seguro, sí. Pero tomando ciertas precauciones. En mi caso, durante los dos meses, nunca lo hice sola, siempre acompañada por una, dos, o más personas. Si les soy sincera, el viaje no hubiera sido lo mismo sin estas anécdotas. Independientemente del ahorro monetario, el contacto humano es enriquecedor.

La primera vez que hice autostop

Auritze, Ana y yo habíamos acabado el voluntariado en el Mirador de Osa. Estábamos en la carretera principal de Puerto Jiménez, al sur del país, esperando la guagua. Uvita era nuestra siguiente parada. Tras una hora y media de espera, la guagua no pasó. Debíamos seguir el camino, y no sabíamos cómo. Fue cuando un hombre se detuvo en el carril de enfrente y nos aseguró que la guagua no había salido por problemas en la carretera. Y que la siguiente tampoco saldría.

¿Qué hacemos? La primera solución que pensamos era que teníamos que llegar hasta el siguiente pueblo, el de Chacaritas. Ahí podríamos agarrar una guagua en la ruta interamericana que nos dejara en Uvita. Levantamos el dedo, y el primer coche que pasó nos dijo que tenía que pasar por Chacaritas, así que no dudamos en subirnos.

¿Qué podía pasar? Era de día, éramos tres, y el pueblo estaba a unos 20 kilómetros. Además, el chico iba con música de Cat Steven. No podía salir mal. Y exacto, no salió mal. El muchacho nos dejó en la gasolinera de entrada a Chacaritas. ¿Y si llegamos hasta Uvita en autostop?

Volvimos a hacer autostop, en esta ocasión nos recogió un señor en camioneta de madera. Y ahí estábamos las tres, melena al viento, y por delante otros 20 kilómetros. Pues el señor, americano, nos dejaría en el pueblo del Palmar Norte. Venga. Ya solo nos quedaban unos kilómetros más y llegaríamos a Uvita.

De igual modo, preguntamos a qué hora salía la guagua dirección a San José para bajarnos en Uvita. Aún quedaba 3 horas, así que teníamos tiempo de sobra. El inconveniente, es que teníamos que pagar la totalidad del trayecto (8 euros).

El transporte público en Costa Rica

Haré un pequeño inciso en la historia. En general, el servicio de transporte público no es malo. Sin embargo, presenta bastantes inconvenientes. Uno de ellos, y quizás el peor, es el horario. Normalmente, los servicios son bastante limitados. Hay zonas del país que apenas cuentan con dos servicios diarios. Algo que dificulta bastante el viaje a la hora de moverte y realizar conexiones.

Otro de los inconvenientes es el precio. Bueno. Seré realista. Es un inconveniente para mi, que viajo con poco presupuesto. Hay algunos transportes (como el ferry de Puntarenas a la Península de Nicoya) que cuentan con un precio bastante asequible (810 colones, algo más de un euro).

No obstante, hay otros transportes cuyos viajes te pueden costar entre 8 y 10 dólares. Que si sumamos la totalidad durante varios meses, se va una buena cantidad de presupuesto mochilero solo en transporte. Por eso, si la opción del autostop es segura, es bastante buena la verdad.

Autostop en Costa Rica

El costarricense destaca por su amabilidad, iba a decir que excesiva, pero  la amabilidad nunca es excesiva. Mejor voy a decir que los ticos poseen una amabilidad demasiado acusada, y de la que no estamos acostumbrados en España. Aunque se asemeja a la que hay en muchos pueblos canarios.

Volviendo al tema, nos situamos en la carretera principal del Palmar Norte y levantamos el pulgar. Esta vez nos costó algo más. Ahí apareció Seamus, un ex bombero estadounidense que había montado un restaurante en Costa Rica, ahora es chef. Con un coche de los años 60, restaurado por él mismo, nos recogió. Nos contaba que ahora es chef, pero que venía de ayudar a las comunidades que se habían quedado aisladas, y destrozadas, después de la tormenta Nate, que asoló gran parte del país.

Lleva ya cinco años en Costa Rica, y está encantado. La «pura vida» se apoderó de él. En teoría nos iba a dejar en el pueblo anterior a Uvita. Sin embargo, hizo 8 kilómetros más para dejarnos en la misma puerta del hostel en el que nos alojaríamos esa noche. Eternamente agradecidas.

Al siguiente día, después de realizar una ruta por los altos de Uvita, Ana y yo nos separamos de Auritze. Nuestro próximo destino sería un voluntariado que realizaríamos en un hostel de Manuel Antonio. Se nos había hecho tarde, y ya no había guagua, así que no quedaba otra que hacer autostop. Tres vehículos diferentes nos hicieron falta para llegar a nuestro destino.

Cristopher, otro exbombero, en este caso irlandés, nos llevó hasta el pueblo de Dominical. Ahí nos recogieron unos obreros en camioneta que nos llevaron al pueblo de Portalón. Finalmente, un trabajador del ICE (la compañía eléctrica costarricense) nos alcanzó a nuestra última parada del día: Manuel Antonio.

Dos meses haciendo autostop

A partir de las primeras experiencias, siempre que pudimos, levantamos el dedo para salvar las distancias. Nos ahorrábamos bastante dinero. Además, me di cuenta, que como experiencia era increíble. Y no solo por el ahorro. También, se conoce a mucha gente, normalmente muy simpática. Agradables.

Todos diferentes, con realidades diferentes y vidas diferentes. Entonces, te planteas la conversación como una forma de descubrir cómo viven los lugareños, y cuáles son sus historias de vida. Ya que nos han recogido, de algo había que hablar.

Durante los dos meses que hicimos autostop topamos con gente muy diferente, todos encantadores. Algo que debo decir es que las mujeres nunca paraban. Y cuando digo nunca, quiero decir que solo una mujer nos paró durante los dos meses.

Ella, una americana que viajaba por Guanacaste, nos llevó a Ana y a mi desde el pueblo de Cobano hasta Paquera. Fue cuando conocimos a Damis, un trabajador de Gollo que nos llevó a cruzar en ferry, y después por carretera, hasta San José.

La experiencia

Como experiencia ha sido alucinante. De hecho, gracias al autostop conocimos a Luis, un comerciante de pescado que nos recogió en el pueblo de Nicoya, y terminó acogiéndonos en su casa por una noche. No solo nos hizo una ruta por la casta pacífica, sino que nos abrió las puertas de su hogar, acogiéndonos como hijos. En serio, es abrumadora la bondad y amabilidad de los costarricenses. Pero la historia de Luis se las cuento otro día.

De resto, nos hemos subido en todo tipo de vehículos, desde turismos, hasta 4×4, furgonetas, camionetas, e incluso, hasta en camiones trailer de alto tonelaje. A todos ellos, gracias. Eternamente gracias. Nos han hecho los viajes más llevaderos, más amenos, y nos han llenado el alma de buenas experiencias.

Así que, mamá, papá, pueden estar tranquilos. Me llevo muy buenos recuerdos de los viajes en ride (así llaman al autostop en Costa Rica). Aquí les dejo algunas de las fotos que nos hicimos con los que nos llevaron en su carro. Así que ya saben, con precaución, pero es bastante seguro, y recomendable viajar en ride por Costa Rica. Pura vida.

Las fotos

Estas fotos son una muestra del camino y las diferentes experiencias que viví en compañía de amigos. Sin embargo, fueron más los que nos ayudaron llevándonos de un sitio a otro. Aunque no haya fotos, me acuerdo de todos ustedes, y les agradezco eternamente la ayuda que nos brindaron. No solo con el traslado, sino con la cantidad de información y sugerencias que nos facilitaron. Toda dicha es poca para ustedes.