La mágica ciudad de Innsbruck
En Innsbruck, la capital del tirol de los Alpes austríacos, convergen el pasado y el futuro de una manera singular. Al oeste de Austria, en el valle del Inn situado en medio de altas montañas, se encuentra esta ciudad, que es famosa mundialmente por la práctica de deportes invernales como el esquí durante todo el año debido a la glaciación del terreno. Visité esta ciudad durante mi viaje de mochilera por Europa, sin duda un remanso de paz con una infinidad de actividades que hacer y un paisaje muy pintoresco en su conjunto. Se convierte así en una parada perfecta para conectar el sur de Alemania con otras emblemáticas ciudades austríacas.
Innsbruck, una ciudad de ensueño
La imponente arquitectura que se puede apreciar en el centro histórico de esta urbe se complementa con la belleza paisajística que la envuelve, convirtiéndola en una ciudad medieval con tintes actuales que maravilla a todo aquel que la visita cautivándole de manera especial. En concreto, al pasear por sus calles, podrás observar edificios y monumentos de distintos estilos artísticos, reflejo de la evolución de las diferentes épocas que marcaron la vida de la población del lugar desde la fundación de la metropoli en el año 1187.

Centro histórico de Innsbruck
Quizás por todo ello, los Habsburgo decidieron construir su residencia aquí, en Innsbruck. El Palacio Imperial compagina la sencillez con lo suntuoso. Posee aposentos espléndidamente restaurados, y ofrece una mirada interesante al estilo de vida y al día a día de la emperatriz María Teresa o de la emperatriz Sisí. Como curiosidad, para combatir el frío diseñaron unas estufas de porcelana esmaltadas que calentaban, desde unos pasillos recónditos, tanto los revestimientos de seda de las paredes, como las mesas del banquete preparadas y decoradas.
El centro histórico de Innsbruck se encuentra próximo a la estación central de guaguas (autobuses) y trenes, si vas andando llegarás en apenas 15 minutos. De esta forma, puedes hacer la entrada triunfal a la ciudad a través de su característica Puerta de la Ciudad, desde la cual parte el paseo principal que atraviesa la misma: el paseo de la Infanta María Teresa, una estampa singular a los pies de los Alpes.

Puerta de entrada
En dicha calle destaca la mencionada puerta de entrada, la columna coronada por la imagen de la virgen, y las fachadas clásicas y elegantes de casas en tonos pasteles que delimitan un amplio y agradable paseo que converge en el esplendoroso casco medieval, donde brilla el tejadillo de oro que recuerda que una vez allí habitaron los príncipes del Tirol. Y son los icónicos y rompedores diseños firmados por la arquitecta iraquí Zaha Hadid, los que le han dado a Innsbruck un toque vanguardista actual añadiéndolo así al mapa de las ciudades europeas modernas.
Qué ver en Innsbruck

Excursión por los alpes
El casco histórico de este lugar no es demasiado grande, así que podrás visitarlo perfectamente en un día. Cuando viajé a Innsbruck pasé dos noches en un hostal cerca del centro, a orillas del río. El primer día lo dediqué a visitar el centro histórico y, el segundo, me animé a realizar una excursión gratuita por los Alpes. ¿Gratuita? ¡Sí! Debes saber que para todos aquellos que decidan pasar al menos una noche en esta ciudad, hay innumerables actividades gratuitas de senderismo. Para participar tan solo tienes que solicitar en la recepción donde te alojes la carta de hospedaje y acudir al punto de encuentro establecido. En el alojamiento te proporcionarán toda la información junto a un listado de actividades.
La excursión gratuita por los Alpes incluye traslado en guagua (autobús) desde la ciudad hasta el punto de inicio de la ruta, y posterior regreso. También el equipo de montaña necesario con botas adecuadas para el sendero, y un pequeño picnic. Aunque yo recomiendo llevar algo de comida a parte, pues aunque ponía en la información que la ruta era de unas 3 horas, la realizamos en 5 horas, ya que todos aceptamos pasar más tiempo en las montañas en conexión con la naturaleza.
Ahora bien, en la zona monumental puedes comenzar la visita por el monumento más emblemático: el Tejadillo de Oro, situado en la plaza principal de la ciudad. Fue construido en la primera mitad del siglo XVI por orden del emperador Maximiliano I en conmemoración de su boda con Bianca Maria Sforza. Durante las fiestas nupciales, el palco fue usado por los emperadores para ver los desfiles y torneos celebrados en la plaza que se extendía a sus pies.

Tejadillo de oro
El edificio donde se ubica el Tejado Dorado ya existía con anterioridad, ya que había sido la residencia del archiduque Fernando IV. Sin embargo, fue Maximiliano I quien decidió que se recubriera el techo con su característico color dorado como regalo a su esposa. Del diseño se encargó Nikolaus Turing, arquitecto de cabecera de la corte de Innsbruck. Como curiosidad, en la construcción utilizaron 2.657 tejas de cobre, que más tarde fueron doradas al fuego para recubrir el tejadillo. Además, todo el mirador está adornado con los escudos del emperador, frescos que representan caballeros medievales, y relieves esculpidos donde se muestran imágenes de la vida de Maximiliano I.
En la misma plaza se encuentra la Torre de la Ciudad, antigua Casa Consistorial que albergaba el Ayuntamiento, reconvertida actualmente en un estupendo mirador. Este edificio se construyó a mediados del siglo XV como sede de la Casa Consistorial, aunque durante muchos años también albergó una prisión. Hasta 1967 fue la residencia del vigilante de la torre, el encargado de avisar de los peligros tañendo las campanas. Desde entonces se utiliza como mirador panorámico de la ciudad aprovechando que es una de las torres más altas dentro del casco histórico.

Torre de la ciudad
La torre mide 51 metros de altura, y está formada por tres cuerpos de planta cuadrada, donde en todas las caras del tercer cuerpo hay un reloj. Sobre la terraza al aire libre se alza un tramo de planta octogonal más estrecho que el resto, y cuatro pequeñas torres semicirculares adheridas al cuerpo superior. Para culminar la edificación, una gran cúpula bulbosa de color verdoso remata el conjunto. El horario de la Torre de Innsbruck (Innsbrucker Stadtturm) es: de junio a septiembre de 10:00 a 20:00 horas y el resto del año de 10:00 a 17:00 horas. La entrada general cuesta 3€ y la reducida 1,50€.
En este lugar también se encuentra uno de los edificios barrocos más bellos de la ciudad, y de gran relevancia para la riqueza monumental austríaca. Se trata de la conocida Casa Helbling, construida en la Edad Media. Sufrió una remodelación en estilo rococó en el año 1730, a cargo de Anton Gigl. La decoración está formada por acabados de hojas de acanto, querubines y otros elementos de ornamentación. Además, en el siglo XIX Sebastián Helbling abrió ahí un café, que fue el punto de encuentro de numerosos artistas, entre ellos Mozart, que viajaba a Innsbruck a menudo desde Salzburgo.
Saliendo de la plaza, puedes visitar el Palacio Imperial, a orillas del río, y la Iglesia de la Corte, del siglo XVI, donde se encuentra el magnífico cenotafio de Maximiliano I, considerado el monumento fúnebre más importante de Europa. El cenotafio está hecho de mármol negro propio del Tirol, siguiendo un estilo manierista. Como decoración tiene 24 relieves que hacen un recorrido por las escenas más importantes de la historia del emperador, sus matrimonios, sus victorias e, incluso, las nupcias de sus hijos y nietos.
En los alrededores también se encuentra la Catedral de San Jacobo, una de las mejores muestras del barroco en Austria, construida en la segunda mitad del siglo XVIII sobre los restos de un antiguo templo románico. Y fue al finalizar la Segunda Guerra Mundial cuando hizo falta realizar una remodelación, tanto del exterior como del interior de la Basílica, debido a los numerosos bombardeos que recibió durante la misma. Eso sí, la reforma se realizó manteniendo el estilismo del barroco alemán.
El horario de la Catedral de Innsbruck es el siguiente: entre el 2 de mayo y el 25 de octubre, de lunes a sábados de 10:15 a 19:30 horas y los domingos de 12:30 a 19:30 horas. Desde el 26 de octubre al 1 de mayo, de lunes a sábados de 10:15 a 18:30 horas y los domingos de 12:30 a 18:30 horas. La entrada es gratuita.
Por último, te invito a que vayas a las afueras de Innsbruck. No muy lejos, a 20 minutos al cruzar el río, se encuentra la Basílica y Colegiata de Wilten. Se dice que en el lugar de la Basílica ya existía un venerado templo romano, que a partir del siglo XIII se convirtió en un importante lugar de peregrinación cristiano. El edificio actual fue construido a mediados del siglo XVIII siguiendo un estilo rococó.

Basílica de Wilten
Por otro lado, la Colegiata de Wilten fue fundada en el siglo XII por los monjes de la Orden de los Premonstratenses. El edificio actual, de estilo barroco, fue construido en el siglo XVII. Al entrar nos da la bienvenida una enorme escultura de Haymon, figura mítica del Tirol que según cuenta la leyenda fue el fundador de la abadía. Una vez dentro, llama la atención el recargado estilo rococó con el que está decorada la iglesia. Los frescos, los estucos, las capillas laterales y el impresionante Altar Mayor siguen este estilo.
¡Ah, se me olvidaba! Para los más atrevidos, existe la posibilidad de darse un baño en el río, que pese a que visualmente parece sucio, su color marrón se debe al fondo de su cauce, pero sus aguas son limpias y ¡bastantes frías! Las zonas de baño están señalizadas, aunque hay que tener cuidado en algunas partes con las corrientes. De resto, solo queda callejear por sus calles y admirar la singular belleza de esta importante ciudad austríaca. Para hacerlo desde lo alto, puedes tomar el fonicular que parte del centro de la ciudad, justo donde comienza el río.